27.12.11

Roberto Juarróz y Laura Cerrato

Sonrisa rara, pero sonrisa al fin...
Roberto Juarróz: Poeta de léxico expresivo, sucinto, claro y frugal, con textos reflexivos y filosóficos influenciados por el creacionismo de  Vicente Huidobro, el romanticismo alemán y el simbolismo francés. Nació el 5 de octubre de 1925 en el seno de una familia de ascendencia vasca en Coronel Dorrego, Buenos Aires, Argentina. Su padre trabajaba como jefe de la estación de ferrocarril. Roberto Juarróz despreciaba cualquier color ideológico y proclamaba la política como el mayor enemigo de la poesía, era admirador confeso de Novalis, Apollinaire, Rilke, Rimbaud y Antonio Porchia, una de sus máximas ascendencias literarias. En 1958 y en la editorial Equis publicó su primer volumen de "Poesía Vertical", que se expandió hasta un número de catorce. Acá se pueden leer algunas:

Poesía vertical  3
¿Por qué las hojas ocupan el lugar de las hojas
y no el que queda entre las hojas?
¿Por qué tu mirada ocupa el hueco que está delante de la razón
y no el que está detrás?
¿Por qué recuerdas que la luz se muere
y en cambio olvidas que también muere la sombra?
¿Por qué se afina el corazón del aire
hasta que la canción se vuelve otro vacío en el vacío?
¿Por qué no callas en el sitio exacto
donde morir es la presencia justa
suspendida del árbol de vivirse?
¿Por qué estas rayas donde el cuerpo cesa
y no otro cuerpo y otro cuerpo y otro?
¿Por qué esta curva del porqué y no el signo
de una recta sin fin y un punto encima?

 Poesía vertical  7
Cuando se ha puesto una vez el pie del otro lado
y se puede sin embargo volver,
ya nunca más se pisará como antes
y poco a poco se irá pisando de este lado el otro lado.

Es el aprendizaje
que se convierte en lo aprendido,
el pleno aprendizaje
que después no se resigna
a que todo lo demás,
sobre todo el amor,
no haga lo mismo.

El otro lado es el mayor contagio.
Hasta los mismos ojos cambian de color
y adquieren el tono transparente de las fábulas.


 Poesía vertical  14
He encontrado el lugar justo donde se ponen las manos,
a la vez mayor y menor que ellas mismas.
He encontrado el lugar
donde las manos son todo lo que son
y también algo más.
Pero allí no he encontrado
algo que estaba seguro de encontrar:
otras manos esperando las mías.
Poesía vertical  18


grietas por donde se filtra gota a gota 
el líquido espeso y apremiante 
de esa invasión profunda 
que llamamos oración. 
La oración, que no es algo que se reza 
sino una inclasificable sustancia 
que no está hecha de un decir, 
aunque a veces se abrigue con palabras 
o fragmentos de palabras, 
como el sueño se viste de fábulas rotas, 
con desarticuladas historias que descarrilan al pensamiento 
y encarrilan, en cambio, el sagrado estupor 
que tapiza el lado oculto de los seres. 
La oración y el sueño se parecen: 
son dos entidades o elementos 
que gotean en los entresijos de una nada 
que se asemeja a algo. 
¿Qué ocurriría si se abrieran de pronto 
esos lentos arcaduces, 
esos estrechos canales 
por donde se filtra la oración 
y quizá también el sueño? 
¿Se mezclarían ambos acaso? 
¿Un torrente arrastraría al hombre 
desde su propio interior? 
¿O tal vez sólo la oración continuaría goteando, 
implacablemente goteando 
con el mismo ritmo y la misma medida 
por la imprevista abertura? 
Es probable que la oración sea una parte fija, 
una porción estable 
de la naturaleza de cada hombre, 
la aplicación de una discretísima posología, 
una cuota inmodificable como el sueño. 
La dosis establecida 
de una extraño y casi abrumador rescate 
que llevamos en el centro 
de nuestra propia sustancia.

 Poesía vertical  22
 Inventar el regreso del mundo
después de su desaparición.
E inventar un regreso a ese mundo
desde nuestra desaparición.
Y reunir las dos memorias,
para juntar todos los detalles.

Hay que ponerle pruebas al infinito,
para ver si resiste.


Poesía vertical 24 

Darlo todo por perdido.
Allí comienza lo abierto.

Entonces cualquier paso
puede ser el primero.
O cualquier gesto logra
sumar todos los gestos.

Darlo todo por perdido
Dejar que se abran solas
las puertas que faltan.

O mejor:
dejar que no se abran.

Roberto Juarroz fue profesor en la Universidad de Buenos Aires. Fundó junto a Mario Morales en 1958 la revista “Poesía-Poesía”, que fue editada hasta mediados de los años 60. También trabajó como experto en Bibliotecología para importantes organismos internacionales, como la UNESCO. También trabajó como traductor y crítico literario y cinematográfico. Murió en Temperley el 31 de marzo de 1995. Tenía 69 años y dejaba sin pareja a su compañera sentimental, la escritora Laura Cerrato.

Laura Cerrato disertando
Cuando leí en la biografía de Juarróz que había sido esposo de Cerrato me acordé cuanto me sirvió todo lo escrito por ella acerca de Samuel Beckett. En realidad, Laura Cerrato es poeta ensayista y doctora en Filosofía y Letras. Nació en 1941 en Brasil. Ha publicado los libros de poemas Otredades (Carlos Lohlé, Bs. As., 1980), Palabras en el espejo (Botella al mar, Bs. As., 1987) y Contemplación del silencio (Tierra Firme, Bs. As. 1999). Es autora de Ensayos sobre poesía comparada (Botella al Mar, Bs. As., 1985), Doce vueltas a la literatura (Botella al Mar, Bs. As., 1992), y Génesis de la poética de Samuel Beckett. Apuntes para una teoría de la despalabra (Fondo de Cultura Económica, Bs. As., 1999). Es profesora en la Universidad de Buenos Aires. Incluyo 35, un poema de Cerrato bastante becketiano...
35
a veces se me pierden
las palabras
se incrustan
por ejemplo
en una frase
y es como si las propias
letras las devoraran

otras
es el borde de la hoja
que juega con ellas
a las escondidas
y se ven de pronto
lanzadas
a no sé qué afuera
de la letra

pero a veces
son las palabras
que no te dije
(y tal vez podría haberlo hecho)
las que nunca sabré
adónde fueron

inhabilitadas
para todo juego
esas palabras
enmudecen
entre los labios
y las manos
y callarlas para vos
fue como borrarlas
del diccionario

¿que para qué quiero diccionario?

es verdad
ya pronto sólo hablaré
con el diccionario
de palabras muertas

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