Entrevista a María Gabriela Piemonti (publicada en Boletín Invierno Colegio de Traductores de la Provincia de S. Fe, 2º Circ.)
por Lic. Corina Moscovich
Es un orgullo para el Colegio de Traductores contar con profesionales como María Gabriela Piemonti, quien refiriéndose a la tarea de elaborar un diccionario enfatiza en la idea de investigación que toda traducción conlleva. Coautora de la primera y segunda edición del Diccionario Jurídico italiano español, con el ítaloargentino –ya fallecido– Luigi Di Vita Fornaciari, Piemonti nos cedió unos minutos de su valioso tiempo para compartir detalles sobre el diccionario.
La presentación del Dizionario Giuridico italiano-spagnolo – spagnolo-italiano se llevó a cabo el viernes
18 de mayo pasado en el Aula Magna de la Facultad de Derecho. Presentaron el diccionario el Rector de la UNR, Prof. Darío Maiorana, la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, Dra. María Angélica Gastaldi, la Vicedecana de Derecho, Dra. Andrea Meroi, el Dr. Antonio Ramos, ex juez de sentencia penal y profesor de Derecho Penal (UNR), la Dra. Karina Elmir y María Gabriela Piemonti, titular de Teoría y Metodología de la Traducción en la carrera de Traductor Público en Portugués de la Facultad de Humanidades y Artes.
-¿Cómo conoció al doctor Di Vita y cómo fue el proceso de gestación del diccionario?
-Luigi Di Vita prestó servicio en la representación consular italiana tanto en Buenos Aires como Rosario
desde 1974 hasta su jubilación. Además, trabajó en el Ministerio en Roma (contencioso administrativo) y en la representación consular italiana en Francia. Era doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Palermo (Italia) y licenciado en Diplomacia en la Universidad El Salvador de Buenos Aires. Después hizo un doctorado en Italia. Como yo traduzco del italiano, a Di Vita, por ser Presidente consular, siempre lo
consultaba mucho, teníamos una relación científica muy buena. A fines de 1995, a mi regreso de Italia
después de hacer un posgrado, nos pusimos a hacer el diccionario. En esa misma tanda, cuando arrancamos, salieron 35 páginas.
-¿Y cómo siguieron?
-Di Vita tenía los códigos, las constituciones, las fórmulas; yo tenía los documentos. Entonces nos
dividimos así: él empezó a sacar terminología de los códigos, especialmente de los italianos. Si no le
encontraba la traducción al español y yo no la sabía, la investigábamos. Al encuentro siguiente, lo
resolvíamos. Algunas cosas se resolvieron mucho tiempo después. Otras dieron lugar a discusiones terribles que, como Di Vita era de Bs. As, lo llevaron a escribir muchos artículos que publicó el Colegio de allá.
-¿Cómo trabajó las ampliaciones y la incorporación de términos?
-En el proceso de creación fue vital escuchar a la sociedad: programas de TV, artículos de diarios, temas de interés masivo, etc. En los años que pasaron entre la primera y la segunda edición hubo un creciente interés masivo por cuestiones de políticas sociales, así como también una nueva dimensión de los lenguajes sectoriales. La revisión incluyó familias de palabras, expresiones complejas en todas las voces, gentilicios, instituciones (sindicatos, sedes de gobierno), falsos amigos. Se incorporaron palabras como “foiba”, “veda electoral”, “tracción a sangre”, “ñoqui”, etc.
-¿La segunda edición fue acaso un reto diferente?
-Di Vita murió en el ´98. Antes de esa fecha, ya me había dicho: “Yo ya estoy cansado, para la segunda
edición tomá vos la posta”. Sí, en realidad para la primera, que fue publicada en Italia, en enero de 2001 y que presentamos en el Congreso del CTPCB, la posta la tuvo él. O sea, él dirigía y yo aportaba. Empezamos a hacer la revisión. Me acuerdo de que tomé un material que no había trabajado en la primera. Lo empecé a ordenar, tomé un diccionario italiano y ahí empecé a ver cuál término faltaba. Di Vita me corrigió la parte italiano-español, hasta la letra C. Me acuerdo de que le mandé D, E, F y ahí me contestó la hija, diciéndome que Di Vita había muerto.
De izquierda a derecha: Dra. María Angélica Gastaldi, Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, Prof. Darío Maiorana, Rector de la UNR, Dra. Andrea Meroi, vicedecana de la Facultad de Derecho y Ma Gabriela Piemonti en el Aula Magna de la Facultad de Derecho.
-¿Cómo fue entonces que la segunda edición salió a la luz en el 2012? ¿Qué rol cumplió la editorial italiana Giuffré y el trabajo interdisciplinario con Elmir?
-Por un lado, el editor italiano, después de haber estado hablando personalmente con él en 2006, me empezó a insistir. Giuffré es una editorial extraordinaria con gente maravillosa. Si bien no hubo que pagar para ninguna de las dos ediciones, siempre hubo un comité evaluador (evalúan que la obra sea digna de ser publicada). Por otro lado, la viuda de Di Vita también insistía. Finalmente “tomé el toro por las astas”. Convoqué a una colega que es profesora de italiano y es abogada, graduada de la UNR. Karina Elmir se sumó al proyecto en el 2009. La última etapa en el método de trabajo fue distinto, me senté yo y después se lo pasé todo a Karina para que lo revisara y lo corrigiera.
-¿Quién hace uso del Diccionario jurídico?
-El diccionario se vende más que nada en Italia y en Europa. El diccionario en sí es un instrumento inicial
para un traductor que todavía no tiene una especialidad o para los estudiantes de traducción. En realidad no está pensado tanto para traductores sino para otros profesionales, abogados o escribanos que sí necesitan el diccionario.
Si bien la actualización de términos incluyó descartar expresiones en desuso, corregir formas nuevas de expresiones, incorporar terminología y temas como la violencia familiar y la ética médica, Piemonti aclara
que una próxima edición deberá incluir las áreas de derecho ambiental y nuevas figuras del derecho
administrativo, entre otros temas. Por ahora, este diccionario no está disponible on-line, aunque Piemonti es consciente de que a futuro, de haber una tercera edición, probablemente sí tenga que pasar por lo virtual.
En la presentación a la segunda edición del diccionario, la Lic. Graciela M. de Bevilacqua expresa que “los autores no conciben el derecho como un mundo cerrado, sino en estrecha relación con la vida y la historia cultural, política y social”. Coincidentemente, antes de dar por terminada la charla, la traductora explica que la experiencia de hacer un diccionario es subjetiva, depende del criterio de cada autor y destaca: “No está cerrado, es algo infinito, siempre hay algo que mejorar”.
© Corina Moscovich
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