26.11.24

Entrevista de Corina Moscovich a Pierre Saint Martin Castellanos. 50 Festival de Huelva Cine Iberoamericano.

Entrevista de Corina Moscovich a Pierre Saint Martin Castellanos, director de la película No nos moverán, durante el 50 Festival de Huelva Cine Iberoamericano.

Tras el intercambio que hemos tenido durante la conferencia de prensa, ahora por favor, cuéntame sobre lo clave de la palabra SANACIÓN en la construcción de tu película.

Hay muchos génesis para hacer una película, hay diferentes cosas que estimulan la necesidad, la urgencia de realizar un audiovisual; que es una tarea titánica. No hace falta otra película, hay una oferta gigantesca. Uno tiene que encontrar qué cosa tiene la suficiente urgencia personal y que pueda tener una resonancia con una situación social y humana para poder compartirla y entonces trabajarla. En este caso, se suscitó a partir de un estado de mi madre, que se encontraba muy enferma, muy grave de salud, iba a fallecer y yo quería escribirle una carta de amor en donde le dijera que podía dejar de luchar, que no hacía falta pelear más y que podía estar en paz y que podía, que necesitaba soltar ese sesgo de dolor de la pérdida de su hermano y que había suscitado en ella tantas consecuencias.

Eso es la directriz emocional de la película que me hizo hacer introspecciones. De dejar ir, de encontrar una sanación con mi madre, poder entenderla -porque mi madre fue una madre soltera-, que forjó un estado de fortaleza. Y tuvo que confrontar muchas cosas, tener un comportamiento más agresivo. Esto tuvo cosas positivas sin duda y cosas, que nos afectaron específicamente a mí y a mi hermana. También es una forma de encontrar una conciliación con un estado de fuerza y de sobrevivencia. Que cuando ya hay momentos de paz, es difícil reorganizarlos pues, porque uno está siempre como al acecho y en un estado de continua protección, que puede llegar hasta como un grado de la paranoia. Entonces todo esto tiene que ver con el estado de poder soltar, que para mí es como la pieza fundamental, la palabra clave es dejar ir, sin olvidar, que creo que es el equilibrio más complejo para los seres humanos.

Me interesa cómo está reflejado, cómo se transmite el dolor a través de las generaciones. El árbol genealógico con una rama cortada. Pienso por ejemplo en Alejandro Jodorowsky.

El conocimiento que tengo acerca de Jodorowsky y la psicomagia es el poder de la representación artística como una manera de exorcizar y de poder confrontar el trauma, la herida que nos impide el crecimiento. Aunque no lo había pensado conscientemente, creo que es una cosa que busco en general en las piezas audiovisuales, tanto en las que yo he escrito, coescrito, como en las que yo he dirigido y coescrito. Para mí lo que nos permite tener el derecho de poder discursar algo tiene que estar en pos y en bien de generar comunidad y una hermandad, de recuperar los lazos. Primeramente, se requiere una sanación personal, una aceptación del dolor, una comprensión del factor que nos afecta y después tratar de anunciarlo con la persona con la que hemos tenido esta problemática. En ese sentido, la película genera varios lazos de diferentes personajes que tienen que encontrar el perdón de sí mismos disculpando al otro, pues es la única forma de encontrar la redención.

Me refería también a lo transgeneracional. Jodorowsky refiere cómo los dolores de las guerras y de cuestiones muy fuertes en los ancestros, se van pasando de generación en generación, si es que no existe -en algún momento- un proceso de sanación.

Sí, totalmente. Una cosa que estaba muy presente era este grado de cómo se hacen las herencias del dolor y de la venganza, que se tiene que pelear por lo que era de uno. Eso es para mí toda la temática, como las generaciones empiezan a tener una herencia en el comportamiento, y una repercusión de estos dolores, una repetición de todos sus patrones. Reflexionar eso, colocarlo en la mesa y dialogar con eso: ¿qué de esto nos construye y nos puede ayudar a fortalecernos y a entender de dónde venimos, y qué es lo que tenemos que dejar? La parte del equilibrio es lo más complicado, porque no creo que se trate de hacer un corte de tajo, de "no, es otra historia, es otra época", porque entonces empezaremos a perder los lazos que tenemos que seguir manteniendo. Recuperarlos desde otra forma, como una recuperación de la memoria histórica y de la memoria transgeneracional, de una forma en que nos fortalezca, y que nos pueda hacer más humanos, en una especie de armonía y de comprensión, de dónde estamos situados y cuál es nuestro grado de responsabilidad del momento en el que estamos. Entre más podamos profundizar ahí, más liberados nos vamos a sentir.


Háblame sobre este guiño con la dictadura militar argentina, a través del personaje argentino de Agustina, la pareja del hijo de la protagonista.

Fue una cuestión natural, no fue un planteamiento premeditado. Justo en la elaboración de las biografías, de la entrega biográfica del material, se presentó la oportunidad. La tomamos, para poder también hacer como tú lo dices, un guiño de la conversación de los nexos que hay con el país de Argentina. Cuando yo había recién egresado de la Escuela de Cine, tuve la fortuna de encontrarme de pareja con una directora uruguaya. (Pierre hace un gesto como revelando el cambio de Uruguay por Argentina para el personaje). Nos entendimos y tuvimos una cosa muy amorosa y bella y entonces yo la invité a mi país. Ella también quería conocerlo, pero yo tenía un problema económico grave, de haber producido mi tesis de titulación, haber colaborado en tesis de otros. Y entonces nos quedamos a vivir en casa de mi mamá. Recuerdo que me dio mucha vergüenza tener 30 años y haber regresado a casa de mi madre, con mi pareja. Entonces era algo que yo quería colocar también en la narrativa, que era la sensación del fracaso, de no haber logrado evolucionar, mejorar. Había una personalidad de una generación que no había logrado moverse, transitar. Por eso viene esta idea, de colocarme también biográficamente en la película, como puse a mi madre, en términos de la generación, pero también, encontrar cuáles eran los nexos que había de las heridas sociales y que podían comprenderse a pesar de no haber sucedido en el mismo país. Muchos exiliados vivieron en México, y exiliados que luego no eran exiliados de la dictadura, pero exiliados de la economía, que es una consecuencia evidente de la dictadura. Entonces, pues todo eso termina con una cuestión compaginada de procesos de emancipación del país hermano.

¡Cuántas cosas en común, por ser Latinoamérica!

Claro, sí, esas heridas están presentes y las compartimos; pero también la necesidad de poder sanarlas, de comprenderlas desde una perspectiva distinta, donde no haya una voluntad de poner a los malos contra los buenos, porque los juicios morales siempre nos van a separar. Yo entiendo que hay una sinergia de decir: hay personas que son víctimas y hay personas que victimaron. Eso es evidente, me parece que no hay discusión en esos términos. Tiene que haber un proceso judicial por los actos que se cometieron. La diferencia es en pensar que muchas de estas personas que elaboraron, no tienen nada que ver con el género humano. Ahí creo que es el problema, porque entonces empezamos a deshumanizar y eso nos vuelve deshumanos. Entonces empezamos a tener un cortocircuito, y eso es lo que nos separa y queremos hambre de la venganza, -que me parece lógica y evidente cuando nos han quitado algo y cuando hemos tenido pocos procesos de justicia-, pero, ¿cómo lo podemos asociar a una cosa de avance, no solamente de enjuiciar y de vengar? ¿Quiénes son los responsables en la cúpula?, y si ellos salen libres, alguien tiene que pagar. Pues, que pague el soldado y que pague éste y que pague tal. Puede ser, pero esto va a hacer que se repita. Me cuesta trabajo pensarlo.  

La actriz mexicana Luisa Huertas gana el Colón de Plata en Huelva por “No nos moverán”. 
Eso se ve en el final de la película, en la escena que sucede dentro del taxi y el diálogo entre ambos, cuando regresan con las cabezas heridas. Mientras que hablabas, me venía el tema del perdón, el del castigo.

Sin duda. Todo ese proceso de división, de diferenciación. Mi primo es un médico militar y entonces él, si uno dijera: los militares son malos, pues bueno, entonces mi primo es malo. Y mi primo es un ser humano precioso y que vive en sistema que generalmente reprime y destruye y aniquila. Sin duda, pero está forjado por humanos. Los que están enfilados son humanos que tienen familias. Aun así, a mi primo le ponen el arma y le dicen: tú tienes que patrullar aquí, tienes que hacer tal cosa. Estas atrocidades están vinculadas con un proceso capitalista muy agresivo donde utilizan a los militares como policías de las personas que tienen dinero. Son mucho más complejas de lo que parecen. Yo pensaba que el militar, es en sí mismo como una persona perversa, inhumana; aun cuando los forjan así, existe ese elemento humano, por más que lo quieran aniquilar y sucumbir y anular; no son máquinas. Entonces, eso es lo que nosotros tenemos que recuperar. Yo no digo que es una conversión muy sencilla, ni que cualquier persona puede estar de acuerdo. Se trata de que podamos discursarlo y podamos platicarlo, tratando de encontrar una perspectiva que nos comulgue. Toda la cuestión de separarse y de dividirse nos ha traído muchos problemas.

Nos sigue trayendo problemas...

Sí, y que podríamos conjugar mejor de una manera más comunitaria.  Lo importante es entender que en la base queremos hacer lo mismo. A lo mejor lo que yo digo, no le puede resonar a alguna persona, pero estoy seguro que todos queremos un mundo donde podamos vivir en paz, con mejores formas, donde no tengamos que tener miedo, no haya personas que mueran de hambre. El problema es cómo se realizan esas cosas y esas divisiones en las que tenemos que empezar a limar más para encontrar, cuáles son los puntos urgentes de comunión para poder trabajarlos.

No nos moverán es una película muy humana y quería preguntarte si realmente sentís o estás sintiendo -porque estás en pleno proceso como de dar a luz esta película- si estás, o si has venido sanando justamente.

Ah, sin duda. Este proceso es muy profundo. He hecho diferentes procesos de sanación. Tratando de sintetizar, para mí hacer cine había sido siempre un sueño, un anhelo muy profundo. Y aunque hice cine, cortometrajes, participé en películas, siempre uno quiere hacer una película, una obra más amplia para poder comunicar más cosas. Todo eso siempre traía muchos miedos, muchas expectativas, sentimientos de incapacidad. En realidad, es tener paz con eso, con el proceso, con la paciencia, con el lugar en el que estamos, en el tiempo presente. Siempre una película puede mejorar, pero esto es lo que yo hice; pues, aunque es mejorable, es perfectible y etcétera, es lo que soy yo, es como una conciencia del tiempo presente. Con la familia, con mi madre y con mi tía y con todas las personas que están retratadas en la película, es siempre tratar de encontrar ese nexo. Ahora que mi madre tuvo la oportunidad de verla -ella conocía el guión-, pues verla a ella emocionada hasta las lágrimas... siento que todo ese proceso se ve logrado. O sea, que la carta llegó a mi madre, y desde entonces, todos los procesos de sanación con ella han estado conscientes, ella se fortaleció en ese sentido, y creo que es como de las cosas más bellas que ha traído la película.

Qué excelente, muchísimas gracias Pierre.

Al contrario, muchísimas gracias a ti por el tiempo.

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