Entrevista de Corina Moscovich a Pierre Saint Martin Castellanos, director de la película No nos moverán, durante el 50 Festival de Huelva Cine Iberoamericano.
Hay muchos génesis para hacer una película, hay diferentes cosas que estimulan la necesidad, la urgencia de realizar un audiovisual; que es una tarea titánica. No hace falta otra película, hay una oferta gigantesca. Uno tiene que encontrar qué cosa tiene la suficiente urgencia personal y que pueda tener una resonancia con una situación social y humana para poder compartirla y entonces trabajarla. En este caso, se suscitó a partir de un estado de mi madre, que se encontraba muy enferma, muy grave de salud, iba a fallecer y yo quería escribirle una carta de amor en donde le dijera que podía dejar de luchar, que no hacía falta pelear más y que podía estar en paz y que podía, que necesitaba soltar ese sesgo de dolor de la pérdida de su hermano y que había suscitado en ella tantas consecuencias.
Eso es la
directriz emocional de la película que me hizo hacer introspecciones. De dejar
ir, de encontrar una sanación con mi madre, poder entenderla -porque mi madre
fue una madre soltera-, que forjó un estado de fortaleza. Y tuvo que confrontar
muchas cosas, tener un comportamiento más agresivo. Esto tuvo cosas positivas
sin duda y cosas, que nos afectaron específicamente a mí y a mi hermana.
También es una forma de encontrar una conciliación con un estado de fuerza y de
sobrevivencia. Que cuando ya hay momentos de paz, es difícil reorganizarlos
pues, porque uno está siempre como al acecho y en un estado de continua
protección, que puede llegar hasta como un grado de la paranoia. Entonces todo
esto tiene que ver con el estado de poder soltar, que para mí es como la pieza
fundamental, la palabra clave es dejar ir, sin olvidar, que creo que es el
equilibrio más complejo para los seres humanos.
Me interesa cómo está reflejado, cómo se transmite el dolor a través de las generaciones. El árbol genealógico con una rama cortada. Pienso por ejemplo en Alejandro Jodorowsky.
El conocimiento
que tengo acerca de Jodorowsky y la psicomagia es el poder de la representación
artística como una manera de exorcizar y de poder confrontar el trauma, la
herida que nos impide el crecimiento. Aunque no lo había pensado
conscientemente, creo que es una cosa que busco en general en las piezas
audiovisuales, tanto en las que yo he escrito, coescrito, como en las que yo he
dirigido y coescrito. Para mí lo que nos permite tener el derecho de poder
discursar algo tiene que estar en pos y en bien de generar comunidad y una hermandad,
de recuperar los lazos. Primeramente, se requiere una sanación personal, una
aceptación del dolor, una comprensión del factor que nos afecta y después
tratar de anunciarlo con la persona con la que hemos tenido esta problemática.
En ese sentido, la película genera varios lazos de diferentes personajes que
tienen que encontrar el perdón de sí mismos disculpando al otro, pues es la
única forma de encontrar la redención.
Me refería también a lo transgeneracional. Jodorowsky refiere cómo los dolores de las guerras y de cuestiones muy fuertes en los ancestros, se van pasando de generación en generación, si es que no existe -en algún momento- un proceso de sanación.
Sí, totalmente. Una
cosa que estaba muy presente era este grado de cómo se hacen las herencias del
dolor y de la venganza, que se tiene que pelear por lo que era de uno. Eso es
para mí toda la temática, como las generaciones empiezan a tener una herencia
en el comportamiento, y una repercusión de estos dolores, una repetición de
todos sus patrones. Reflexionar eso, colocarlo en la mesa y dialogar con eso: ¿qué
de esto nos construye y nos puede ayudar a fortalecernos y a entender de dónde
venimos, y qué es lo que tenemos que dejar? La parte del equilibrio es lo más
complicado, porque no creo que se trate de hacer un corte de tajo, de "no,
es otra historia, es otra época", porque entonces empezaremos a perder los
lazos que tenemos que seguir manteniendo. Recuperarlos desde otra forma, como
una recuperación de la memoria histórica y de la memoria transgeneracional, de
una forma en que nos fortalezca, y que nos pueda hacer más humanos, en una
especie de armonía y de comprensión, de dónde estamos situados y cuál es
nuestro grado de responsabilidad del momento en el que estamos. Entre más
podamos profundizar ahí, más liberados nos vamos a sentir.
Háblame sobre este guiño con la dictadura militar argentina, a través del personaje argentino de Agustina, la pareja del hijo de la protagonista.
Fue una cuestión
natural, no fue un planteamiento premeditado. Justo en la elaboración de las biografías,
de la entrega biográfica del material, se presentó la oportunidad. La tomamos,
para poder también hacer como tú lo dices, un guiño de la conversación de los
nexos que hay con el país de Argentina. Cuando yo había recién egresado de la
Escuela de Cine, tuve la fortuna de encontrarme de pareja con una directora
uruguaya. (Pierre hace un gesto como revelando el cambio de Uruguay por
Argentina para el personaje). Nos entendimos y tuvimos una cosa muy amorosa y
bella y entonces yo la invité a mi país. Ella también quería conocerlo, pero yo
tenía un problema económico grave, de haber producido mi tesis de titulación, haber
colaborado en tesis de otros. Y entonces nos quedamos a vivir en casa de mi
mamá. Recuerdo que me dio mucha vergüenza tener 30 años y haber regresado a
casa de mi madre, con mi pareja. Entonces era algo que yo quería colocar
también en la narrativa, que era la sensación del fracaso, de no haber logrado
evolucionar, mejorar. Había una personalidad de una generación que no había
logrado moverse, transitar. Por eso viene esta idea, de colocarme también
biográficamente en la película, como puse a mi madre, en términos de la
generación, pero también, encontrar cuáles eran los nexos que había de las
heridas sociales y que podían comprenderse a pesar de no haber sucedido en el
mismo país. Muchos exiliados vivieron en México, y exiliados que luego no eran
exiliados de la dictadura, pero exiliados de la economía, que es una
consecuencia evidente de la dictadura. Entonces, pues todo eso termina con una
cuestión compaginada de procesos de emancipación del país hermano.
¡Cuántas cosas en común, por ser Latinoamérica!
Claro, sí, esas
heridas están presentes y las compartimos; pero también la necesidad de poder
sanarlas, de comprenderlas desde una perspectiva distinta, donde no haya una
voluntad de poner a los malos contra los buenos, porque los juicios morales
siempre nos van a separar. Yo entiendo que hay una sinergia de decir: hay personas que son víctimas y hay personas
que victimaron. Eso es evidente, me parece que no hay discusión en esos
términos. Tiene que haber un proceso judicial por los actos que se cometieron. La
diferencia es en pensar que muchas de estas personas que elaboraron, no tienen
nada que ver con el género humano. Ahí creo que es el problema, porque entonces
empezamos a deshumanizar y eso nos vuelve deshumanos. Entonces empezamos a
tener un cortocircuito, y eso es lo que nos separa y queremos hambre de la
venganza, -que me parece lógica y evidente cuando nos han quitado algo y cuando
hemos tenido pocos procesos de justicia-, pero, ¿cómo lo podemos asociar a una
cosa de avance, no solamente de enjuiciar y de vengar? ¿Quiénes son los
responsables en la cúpula?, y si ellos salen libres, alguien tiene que pagar. Pues,
que pague el soldado y que pague éste y que pague tal. Puede ser, pero esto va
a hacer que se repita. Me cuesta trabajo pensarlo.
Sin duda. Todo
ese proceso de división, de diferenciación. Mi primo es un médico militar y
entonces él, si uno dijera: los militares
son malos, pues bueno, entonces mi primo es malo. Y mi primo es un ser
humano precioso y que vive en sistema que generalmente reprime y destruye y
aniquila. Sin duda, pero está forjado por humanos. Los que están enfilados son
humanos que tienen familias. Aun así, a mi primo le ponen el arma y le dicen: tú
tienes que patrullar aquí, tienes que hacer tal cosa. Estas atrocidades están
vinculadas con un proceso capitalista muy agresivo donde utilizan a los
militares como policías de las personas que tienen dinero. Son mucho más
complejas de lo que parecen. Yo pensaba que el militar, es en sí mismo como una
persona perversa, inhumana; aun cuando los forjan así, existe ese elemento
humano, por más que lo quieran aniquilar y sucumbir y anular; no son máquinas.
Entonces, eso es lo que nosotros tenemos que recuperar. Yo no digo que es una
conversión muy sencilla, ni que cualquier persona puede estar de acuerdo. Se trata
de que podamos discursarlo y podamos platicarlo, tratando de encontrar una
perspectiva que nos comulgue. Toda la cuestión de separarse y de dividirse nos
ha traído muchos problemas.
Nos sigue trayendo problemas...
Sí, y que
podríamos conjugar mejor de una manera más comunitaria. Lo importante es entender que en la base
queremos hacer lo mismo. A lo mejor lo que yo digo, no le puede resonar a
alguna persona, pero estoy seguro que todos queremos un mundo donde podamos
vivir en paz, con mejores formas, donde no tengamos que tener miedo, no haya
personas que mueran de hambre. El problema es cómo se realizan esas cosas y
esas divisiones en las que tenemos que empezar a limar más para encontrar,
cuáles son los puntos urgentes de comunión para poder trabajarlos.
No nos moverán es una película muy humana y quería preguntarte si realmente sentís o estás sintiendo -porque estás en pleno proceso como de dar a luz esta película- si estás, o si has venido sanando justamente.
Ah, sin duda.
Este proceso es muy profundo. He hecho diferentes procesos de sanación. Tratando
de sintetizar, para mí hacer cine había sido siempre un sueño, un anhelo muy
profundo. Y aunque hice cine, cortometrajes, participé en películas, siempre
uno quiere hacer una película, una obra más amplia para poder comunicar más
cosas. Todo eso siempre traía muchos miedos, muchas expectativas, sentimientos
de incapacidad. En realidad, es tener paz con eso, con el proceso, con la
paciencia, con el lugar en el que estamos, en el tiempo presente. Siempre una
película puede mejorar, pero esto es lo que yo hice; pues, aunque es mejorable,
es perfectible y etcétera, es lo que soy yo, es como una conciencia del tiempo
presente. Con la familia, con mi madre y con mi tía y con todas las personas
que están retratadas en la película, es siempre tratar de encontrar ese nexo.
Ahora que mi madre tuvo la oportunidad de verla -ella conocía el guión-, pues
verla a ella emocionada hasta las lágrimas... siento que todo ese proceso se ve
logrado. O sea, que la carta llegó a mi madre, y desde entonces, todos los
procesos de sanación con ella han estado conscientes, ella se fortaleció en ese
sentido, y creo que es como de las cosas más bellas que ha traído la película.
Qué excelente, muchísimas gracias Pierre.
Al contrario, muchísimas gracias a ti por el tiempo.