Fragen de Heine
por Corina Moscovich
La lírica de la naturaleza (Naturlyrik) como subgénero en la
literatura alemana.
“A menudo hasta contra sus intenciones
expresas, el artista es un técnico creador de un mundo encantado, de una
realidad donde se forman, como criaturas de ensueño, objetos nuevos hechizados
por su invocación. Como el ensueño para el soñador, un poema o una sinfonía,
para el artista, no son juegos gratuitos con un tema por pretexto, ni la
proyección de un mundo interior, sino un universo en que el determinismo ha
dejado su lugar al estilo de visión ingenua del niño y del primitivo” (Rony:
1973)
Introducción
En la
abarcadora expresión naturlyk
encontramos por un lado, un recorrido sobre la reflexión teórica en cuanto a la
lírica y la naturaleza. Por otro lado, en el término natur podemos aludir a la filosofía de la naturaleza (ciencias de
la naturaleza y metafísica de la naturaleza) y en el término lyrik a los géneros, entendiendo al
género, como una categorización. Mediante un análisis profundo y exhaustivo que
consistió en analizar la métrica y la rima, así como el significado de
determinadas palabras en alemán y su implicancia léxica; exploramos aquí el
poema Fragen del poeta alemán Heinrich Heine, escrito en 1826 e
incluido en su antología poética Die
NordSee (1).
Fragen
Am Meer, am wüsten nächtlichen Meer
Steht ein Jüngling-Mann,
Die Brust voll Wehmut, das Haupt voll Zweifel,
Und mit düstern Lippen fragt er die Wogen:
“O löst mir das Rätsel des Lebens,
Das qualvoll uralte Rätsel
Worüber schon manche Häupter gegrübelt,
Häupter in Hieroglyphenmützen,
Häupter in Turban und schwarzem Barett,
Perückenhäupter und tausend andre
Arme, schwitzende Menschenhäupter -
Sagt mir, was bedeutet der Mensch?
Woher ist er kommen? Wo geht er hin?
Wer wohnt dort oben auf goldenen Sternen?”
Es murmeln die Wogen ihr ewges Gemurmel,
Es wehet der Wind, es fliehen die Wolken,
Es blinken die Sterne, gleichgültig und kalt,
Und ein Narr wartet auf Antwort.
Steht ein Jüngling-Mann,
Die Brust voll Wehmut, das Haupt voll Zweifel,
Und mit düstern Lippen fragt er die Wogen:
“O löst mir das Rätsel des Lebens,
Das qualvoll uralte Rätsel
Worüber schon manche Häupter gegrübelt,
Häupter in Hieroglyphenmützen,
Häupter in Turban und schwarzem Barett,
Perückenhäupter und tausend andre
Arme, schwitzende Menschenhäupter -
Sagt mir, was bedeutet der Mensch?
Woher ist er kommen? Wo geht er hin?
Wer wohnt dort oben auf goldenen Sternen?”
Es murmeln die Wogen ihr ewges Gemurmel,
Es wehet der Wind, es fliehen die Wolken,
Es blinken die Sterne, gleichgültig und kalt,
Und ein Narr wartet auf Antwort.
Cuestiones
A orillas del mar desierto,
Junto al piélago intranquilo,
Un joven lleno de dudas
Se detiene pensativo,
Y así a las ondas inquietas
Dice con aire sombrío:
-«Explicadme de la vida
El arcano no sabido,
Enigma que tantas frentes
Ardieron por descubrirlo;
Cabezas engalanadas
Con adornos pontificios,
Frentes con mitras hieráticas,
Con turbantes damasquinos,
Con birretes doctorales,
Con pelucas, con postizos
Cabellos, y tantas otras
Cabezas que el escondido
Enigma saber quisieron,
Decidme, yo os lo suplico:
Junto al piélago intranquilo,
Un joven lleno de dudas
Se detiene pensativo,
Y así a las ondas inquietas
Dice con aire sombrío:
-«Explicadme de la vida
El arcano no sabido,
Enigma que tantas frentes
Ardieron por descubrirlo;
Cabezas engalanadas
Con adornos pontificios,
Frentes con mitras hieráticas,
Con turbantes damasquinos,
Con birretes doctorales,
Con pelucas, con postizos
Cabellos, y tantas otras
Cabezas que el escondido
Enigma saber quisieron,
Decidme, yo os lo suplico:
¿Qué es el hombre? ¿De dó viene?
¿Adónde va su camino?
¿Qué habita en el alto cielo
Tras los astros encendidos -»
El mar su canción eterna
Murmura triste y dormido;
Sopla el viento; huyen las nubes;
Los astros en el vacío
Fulguran indiferentes
Con sus resplandores fríos,
Y un demente una respuesta
Espera en tanto intranquilo.
¿Adónde va su camino?
¿Qué habita en el alto cielo
Tras los astros encendidos -»
El mar su canción eterna
Murmura triste y dormido;
Sopla el viento; huyen las nubes;
Los astros en el vacío
Fulguran indiferentes
Con sus resplandores fríos,
Y un demente una respuesta
Espera en tanto intranquilo.
“No se traduce el sonido de las
sílabas, pero se traduce su vibración en el alma, que es lo que importa. Lo
demás, fácilmente lo adivinará quienquiera que tenga sentido poético. Enrique
Heine es el último de los grandes poetas de este siglo, el más próximo a
nosotros, y quizá por eso el más amado de muchos.” (Heine: 1999)
Análisis
En cuanto a la
estructura métrica, observamos que el poema está dividido en tres partes. La
primera está compuesta por cuatro versos y termina en el uso de dos puntos (:) que dan lugar a la segunda parte,
entrecomillada y compuesta por diez versos. La tercera parte está compuesta por
cuatro versos.
Aunque Fragen no puede construir un mundo de
referencias totalmente reales ni puede configurar un universo de acciones, como
poema y en forma condensada, desarrolla elementos propios de un relato. El
ritmo ayuda a generar el efecto de narración. Hay una alternancia de cadencia
de palabras graves y agudas a lo largo del poema. Dado que prevalece la
economía del lenguaje, al tratar de narrar cómo el joven (personaje) se detiene
a pensar o cuestionar preguntas existenciales, Heine trabaja en torno a un
punto temático clave. Hay una situación y un conflicto: Distintas cabezas
pensaron a la vida, al hombre, a la fe, pero ninguna obtuvo la respuesta (¿o
sí?). La situación está constituida por el espacio de la naturaleza; y por un
monólogo, o más bien, una invocación.
“Como todos los grandes poetas, Heine tiene
siempre presente a la naturaleza. Ora se arrobe en el ensueño, ora le arrebate
el amor, o ruja y gima de desesperación, siempre una imagen o un epíteto, que
por sí solos componen un cuadro, os recuerdan el cielo azul, el verde follaje,
las rosas fragantes, los pájaros que vuelan, el agua que borbotea, el cambiante
y móvil paisaje que os circunda continuamente, eterna decoración del drama
humano” (Rivas: 1914).
Existen
distintas concepciones de la naturaleza en el orden semántico: el paisaje, el
clima, el mundo animal y vegetal. La naturaleza, en este caso, el mar desierto,
no va a dar una respuesta a ese joven ávido de respuestas. Sin embargo, el demente la espera. Es un cierre perfecto luego de preguntas tan difíciles de
responder, preguntas que a nivel rítmico, son lo que más se destaca dentro de
los versos del poema.
En una carta, Heine
escribe: “La Nordsee corresponde al
número de mis últimas poesías y en ellas vereís que he hecho oír nuevos sones y
que hice vibrar cuerdas nuevas” (Heine: 1923). En la segunda parte, luego de la
enumeración de esas cabezas que pensaron el enigma
hay un regreso al tópico de origen, esta vez, mediante el procedimiento de la
interrogación. ¿Qué es el hombre?, ¿De dónde viene?, ¿Adónde va su camino?,
¿Qué habita en el alto cielo tras los astros encendidos? Son cuatro preguntas
naturales (también en el sentido de lógicas) que hacen pensar en una
disposición de dos partes: arriba, abajo con respecto al eje terrenal. “La Nordsee
forma el apogeo del lirismo de Heine. Allí se elevan todos los sentimientos; se
depura el gusto al mismo tiempo que se afirma la mano” (Heine: 1923). Entonces
nos preguntamos: ¿Qué es el mar sino una excusa para la interrogación profunda
sobre el alma humana? Ya lo decía G. H. von Schubert:
“De un profundo sentido nos
parecen todas las imágenes de la naturaleza usadas en los misterios: la
mariposa, el grano que germina oculto en la tierra, la hiedra, vid, harina,
agua, fuego, etc. Todas esas figuras simbólicas guardan una profunda relación
recíproca y forman una serie en la que se nos manifiesta toda la historia de la
región profética superior.” (Nadja: 2000)
Todo el poema,
pero en especial la segunda parte, es muy visual. El lector puede imaginar esas
diferentes personas, de diferentes ámbitos (militar, político, religioso, etc.)
y desplegarlas en su mente como un abanico de la humanidad. La naturaleza es
representada como una cortina con imágenes, como en la técnica de friso. Se
percibe lo cromático: Si bien no hay alusión directa a colores específicos, el
lector puede imaginarlos. Además, en la semántica elegida por Heine, la
naturaleza está presente en palabras como: ondas (olas), cielo, astros, viento,
nubes, astros, mar.
“El mar, en Heine, es un ser
vivo, que tiene alma y voz, y se identifica con él, porque es ondulante y
cambiante como él, y como él, tiene su ironía. La forma se adapta
maravillosamente a los asuntos; no es ya la pequeña estrofa de cuatro versos
cortos con tres o cuatro acentos, es el ritmo libre, en el que el verso se
alarga y se reduce, según el objeto que se debe pintar, y en el que todas las
sonoridades y todas las cadencias están bien calculadas con un arte tan
delicado, que escapa a todo análisis. Aquí, tanto en el fondo, como en la
forma, Heine fue un creador” (Heine: 1923).
Tomando los
verbos de la versión traducida del poema encontramos: Detenerse, decir, explicar, arder por descubrir, saber
querer, decir, suplicar, ser, venir, ir, habitar,
murmurar, soplar; huir, fulgurar, esperar. De este grupo,
algunas acciones tienen que ver con las distintas expresiones de la naturaleza
humana: el joven se detiene, dice, suplica, espera. Y otras tienen que ver con
la naturaleza misma: el mar murmura, el viento sopla, las nubes huyen, los
astros fulguran. Sin embargo, la combinación de esos verbos con adjetivos tan
contrastantes (p. ej: “los astros en el vacío/fulguran indiferentes/con sus
resplandores fríos”) hace que la riestra de significación se entrelace de forma
simbiótica y el lector sienta a la naturaleza externa como interna, y a la
interna como externa. Es un espejo de la naturaleza sobre el estado anímico. “Todo,
hasta el más fugitivo movimiento del ánimo, se cuaja aquí en forma traslúcida.
La naturaleza no está directamente y como objeto sino, reflejada en el alma del
poeta.” (Heine: 1999)
Marco conceptual del autor: Análisis
histórico-crítico.
El joven de Fragen puede perfectamente representar a
Die Wanderer, ese peregrino alemán
romántico. “...todo lo que movía la vida y su tiempo penetró en su alma y en su
cerebro, lo sacudió, lo estremeció, le comunicó su resplandor y le manchó con
su limo” (Gerchunoff: 1927) escribió A. Gerchunoff en relación a Heine, quien
nació el 13 de diciembre de 1797 en Düsseldorf (Alemania) y murió en París el
17 de febrero de 1856. Publicó los libros de poesía “Intermezzo lírico” (1823)
y “Libro de las canciones” (1827) antes de mudarse a París (Francia), en donde
residió el resto de su vida.
“Heine fue, por lo tanto, un
actuante, y en ideas sociales un espejo de la sociedad de su tiempo. Es un
espejo en que sorprendemos muecas diabólicas y actitudes estatuarias, piruetas
absurdas de bufón y trágicos gestos de héroe” (Gerchunoff: 1927).
Siglo XIX
“Ninguna página (de Heine) se ha
desvanecido. Su obra analítica y proselitista continúa siendo para nosotros,
una historia de las ideas y una síntesis de las tendencias estéticas del período
incubador del siglo XIX.” (Gerchunoff: 1927).
Según W.
Langenbucher, la muerte de Goethe en 1832, marca el punto final de la época clásico romántica:
“El rápido avance de las ciencias
naturales conduce, en el siglo XIX, a la desaparición y a la negación de la
filosofía idealista (...) Los filósofos, científicos y políticos son los
elementos determinantes del espíritu del siglo XIX; no así los escritores, que
si bien participan del cambio y toman contacto con la realidad, ya no pueden
intervenir, en forma decisiva, en la solución de los problemas de la época.” (Langenbucher:
1974)
“(Heine) es el
único gran poeta que, por su actitud mental, puede ser incluido en el
movimiento de la Joven
Alemania ” (Langenbucher: 1974). Este fue un grupo de jóvenes
escritores y periodistas que dirigió sus ataques contra esa actitud de
exclusión, que contribuyó a fortalecer la reacción política. Procuró ejercer
una acción directa, mediante la difusión de obras de crítica política y social,
con la intención de modificar las condiciones imperantes en Alemania.
El romanticismo
El dolor de
Heine “es absolutamente sincero, provocado por sus incurables desengaños
amorosos. De ahí el acento arrebatador de su Libro de los cantos (1827), particularmente en los inmortales Cantos del mar del Norte: lirismo a la
vez sencillo y, cuidadoso de armonía, que alcanza plenamente el ideal
romántico, incluso cuando acaba en humor amargo, hijo de la “ironía”
schlegeliana.” (Larousse: 1995). Es romántica la idea del joven lleno de dudas
que se detiene a orillas del mar y comienza a hablarle a las olas.
“Los poemas de Heine muestran la
influencia del Romanticismo hasta en su creciente ironía. (...) ponen de manifiesto
su agudo don de observación y su magistral dominio del idioma, y se
caracterizan por la mordaz ironía y por la epigramática delicadeza.” (Langenbucher:
1974)
El poema, como
la naturaleza misma, nos habla de un ciclo de vida, de algo que comienza,
termina y vuelve a empezar. Luego de ese joven vendrá otro y así sucesivamente.
El romanticismo en Heine apela a valores universales, a temas que tocan la
fibra íntima.
“El romanticismo alemán ha sido y
sigue siendo un surtidor de estímulos fructíferos, entre los cuales podrían
enumerarse su interés por el sueño y el inconsciente, su insistencia en el
mito, en la unidad psicofísica del hombre, en las analogías entre naturaleza y
espíritu, los logros del pasado, la cultura universal, la fantasía creadora y
su empleo de los medios modernos de la ironía y el grotesco, de nuevos matices
expresivos, etc.” (Brugger: 1968)
Conclusión
“La poesía, en sentido general, puede
definirse como la expresión de la imaginación y la poesía es congénita con el
espíritu del hombre” (Shelley, 1821). Heine nos presenta un sujeto que se planta
en su presente para proyectar el futuro, a la vez que reflexiona sobre el
pasado.
“En las letras de idioma
castellano, el romanticismo alemán, es todavía un gran desconocido en lo que se
refiere a su vasta producción poética, digna de ser difundida no sólo por su
valor estético-histórico, sino por sus enfoques sugestivos también para el
mundo actual.” (Brugger: 1968).
Este poema, así
como otros, deja al lector con la sensación de que, a pesar de la distancia en
tiempo y en espacio y las traducciones de una lengua a otra, el sentimiento
lírico llega. El caminante se detiene en su peregrinaje y su pausa es también
la pausa del lector.
Notas
1 “... (Heine) publicó en 1822 su primer volumen de
poesías que más tarde formó, bajo el título de Junge Leider, la primera parte
del Cancionero o Buch Der Lieder. Al año siguiente aparecieron las Tragedias
acompañadas de un Intermedio Lírico; estas tragedias eran Almanzor y Ratchiff,
las únicas obras dramáticas que compuso Heine. Las poesías del Regreso
(Heimekehr, 1823-1824), que forman la tercera parte del Buch Der Lieder, danta
de un viaje a Luneburg, a donde había ido su familia y a Hamburgo “cuna de sus
dolores”. Por último, en dos veces que estuvo en la isla de Norderney en 1825 y
en 1826, para curarse de pertinaces dolores de cabeza, escribió los dos
primeros ciclos del Mar del Norte (NordSee), con que termina el Buch Der
Lieder” (Heine, Heinrich; Torri, Julio (Traductor): Las noches florentinas
(introducción de A. Bossert). Buenos Aires-Madrid: Babel, 1923).
Bibliografía:
Brugger, Ilse M: Los
románticos alemanes (Nota introductoria). Buenos Aires: Biblioteca Básica
Universal Centro Editor de América Latina, 1968.
Gerchunoff, Alberto: Enrique Heine, el poeta de nuestra
intimidad. Buenos Aires-Madrid: Babel, 1927
Heine, Heinrich: El mar
del norte (introducción de Menéndez y Pelayo). elaleph.com, 1999.
Heine, Heinrich; Torri, Julio (Traductor): Las noches
florentinas (introducción de A. Bossert). Buenos Aires-Madrid: Babel, 1923
Langenbucher, Wolfgang: Panorama
de la literatura alemana, Desde la edad media hasta la época contemporánea.
Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1974.
“Filosofía romántica de la naturaleza” en la revista “Nadja”
(Nº1, Rosario, junio 2000). La traducción pertenece a Guillermo C. Colussi y
Héctor A. Piccoli.
Rivas, José Pablo: Obras poéticas de Enrique Heine (Versión
española). Barcelona: Montaner y Simón Editores, 1914.
Rony, J.A: La magia".
Buenos Aires: Editorial Eudeba, 1973.
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